Por qué nos afecta la altura en la montaña
A medida que vamos ascendiendo en altitud, la presión atmosférica tiende a disminuir, lo que se traduce en un descenso significativo del oxígeno disponible en el aire que hay a nuestro alrededor. Para que puedas entenderlo mejor, mientras que al nivel del mar podemos respirar sin ningún tipo de esfuerzo, cuando nuestro cuerpo se encuentra por encima de los 2.500 metros de altura empieza a notarse considerablemente esta falta de oxígeno.
Para poder adaptarse a esta situación, nuestro organismo comienza a poner en marcha una serie de mecanismos: aumento de la frecuencia respiratoria y cardíaca, incremento de la hemoglobina para poder transportar oxígenos, y, por lo tanto, un mayor trabajo de los riñones para así poder equilibrar el pH de la sangre. El cuerpo puede adaptarse a todos estos cambios sin inconveniente, siempre y cuando tenga el tiempo suficiente para esta aclimatación. En el caso de que no cuente con este margen de tiempo, a causa de un ascenso demasiado rápido, se producirá el conocido y temido mal de altura.